Así lo reafirma el especialista en climatología
e hidrología de regiones tropicales y profesor del Instituto de Ciencias
Ambientales y Ecológicas de la Universidad de Los Andes, Rigoberto Andressen
quien participó entre los años 1995 a 1997 en el Panel Intergubernamental de
Cambio Climático
Aunque no se cuenta con una esfera
mágica para predecir el clima futuro, científicos del país advierten sobre las
posibles repercusiones del cambio climático en los recursos hídricos de
Venezuela y las consecuencias que podría generar en el abastecimiento de agua
para consumo humano. Un tema de mucha importancia para Guayana donde se
concentra el 80 por ciento de los recursos hídricos del país. Para Rigoberto
Andressen, geógrafo y meteorólogo, especialista en climatología e hidrología de
regiones tropicales y profesor del Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas de la
Universidad de Los Andes, a pesar de los grandes avances que han experimentado
las ciencias atmosféricas en las últimas décadas, “aún no estamos en capacidad
de hacer predicciones del clima futuro”.
Los conocimientos del experto venezolano, que participó entre los años 1995 a 1997 en el Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos, fueron recogidos en un informe publicado en la edición Nº 4 de la revista venezolana, “Era Ecológica”.
CAMBIOS EN LA TEMPERATURA Andressen explica que los resultados generales de los escenarios de cambios climáticos generados para Venezuela, indican cambios en la precipitación anual entre -2,0 y -8,7 % para los años 2020, 2040 y 2060, así como también, en la temperatura media anual entre 0,5º y 1,8º C, para los mismos años.
Estos posibles escenarios están expuestos en la Primera Comunicación Nacional que sobre el tema preparó el Ministerio de Ambiente, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y están basados en los lineamientos impartidos por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, organismo creado por las Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial.
USOS DEL AGUA
Explicó el especialista de la ULA que del
estudio adelantado por el Centro Interamericano de Desarrollo e Investigación
Ambiental y Territorial (Cidiat) sobre los posibles impactos del cambio
climático en los recursos hídricos en Venezuela, se desprenden importantes
aspectos que se refieren al uso que se hace del recurso agua.
Entre los usos que más debilitan este recurso se encuentra el destinado a
la agricultura que a juicio del investigador “reviste cierta importancia, ya que
en Venezuela la demanda de agua para riego es cada vez mayor. A pesar de que
existe una importante superficie del país dotada de infraestructura de riego,
muchos de los sistemas, instalados hace ya varias décadas, requieren cuantiosas
inversiones para su eficiente funcionamiento”.
Sin embargo, refiere que los efectos del cambio climático sobre el uso del
recurso hídrico en la agricultura, “requieren ser analizados junto con los
efectos directos e indirectos sobre los cultivos, que incluyen rendimientos
agrícolas, pestes y enfermedades y cría de animales”. Advierte que sobre estos
aspectos se ha hecho un importante progreso en diferentes regiones del mundo,
pero muy poco en Venezuela.
Destacó el investigador de la ULA que la disponibilidad natural de agua en Venezuela “está constituida por el balance entre las entradas, representadas por la precipitación y los aportes laterales provenientes de Colombia, y las salidas representadas por las pérdidas por evaporación, evapotranspiración y flujos transfronterizos hacia Brasil y Guyana”.
AGUA PARA GENERAR ELECTRICIDAD
Entre los usos más
demandados está el suministro de agua para uso doméstico, municipal, industrial
y generación de energía. Esta última considerada por Andressen de importancia por cuanto “en Venezuela,
alrededor del 70% de la electricidad se genera en centrales hidroeléctricas; 75
por ciento de la hidroelectricidad proviene de los sistemas instalados en la
cuenca del río Caroní, 17% se hace a través de los sistemas instalados en Los
Andes y 8% en la región de la Sierra de Perijá; y las reducciones en la
precipitación -como las señaladas en los escenarios antes indicados- podrían
afectar los caudales de las cuencas en las que se encuentran instalados estos
sistemas hidroeléctricos”.
Andressen hace referencia al informe de la Cepal (1993), en el cual se
indica que ante un escenario de mayores temperaturas del agua y menores
caudales, los problemas de contaminación de este elemento (agua) se agravarán y
se requerirá la adopción de normas más estrictas de tratamiento de aguas
residuales para mantener los niveles de calidad del recurso.
Comenta el investigador que entre los aspectos que se verían afectados están: la proporción de oxígeno disuelto, sedimentos en suspensión, coliformes fecales, efluentes químicos tóxicos, nitrógeno, fósforo, así como el grado de salinidad y acidez.
En tal sentido, advierte que “los caudales bajos, son un aspecto preocupante en nuestro país, ya que prácticamente la mayor parte de los desechos humanos e industriales se vierten a los cursos de agua, sin tratamiento previo, y una parte importante de la población no tiene acceso al agua potable. Otros cuerpos de agua, como lagos, lagunas y ciénagas podrían disminuir sus volúmenes y debido al aumento de temperatura se intensificaría el crecimiento de algas”.
OFERTA Y DEMANDA
Andressen hace referencia al marcado
contraste que presenta Venezuela entre la distribución de la población y la
oferta de agua. Explicó que mientras la mayor parte de la población se ubica al
norte del país, el agua es muy abundante en la franja sur del
territorio.
“Ante este panorama, los efectos adversos del cambio climático podrían agravar, aún más, la situación de presión que sobre los recursos hídricos ejercen otros factores, aunado al hecho de que el problema no es sólo de la oferta del recurso, sino también su calidad”. Insiste en la necesidad de adoptar medidas adecuadas de adaptación y mitigación, frente al cambio climático, “lo que podrá garantizar que podamos armonizar el crecimiento demográfico y económico de las próximas décadas con las limitaciones que se puedan presentar en la oferta de agua”.
En este sentido, el investigador apuntó que se deben implementar planes de manejo de los recursos hídricos que sean el resultado de una interacción bien planeada y concebida entre la tecnología, la sociedad, la economía y las instituciones, “con el propósito de balancear la oferta y la demanda del recurso, ante escenarios de ocurrencia de extremos hidrológicos”.
Evaluar impactos regionales
Para el especialista en climatología e hidrología de regiones
tropicales de la Universidad de Los Andes, Rigoberto Andressen el agua es uno de
los recursos potencialmente más vulnerables a los cambios climáticos.
“A pesar del enorme volumen de agua que existe en el planeta, 1,41 mil
millones de km3, sólo el 2% es agua dulce, la mayor parte de la cual (alrededor
del 87%), se encuentra en capas de hielo, glaciares y aguas subterráneas, y un
13% (unos 2000 km3) es la cantidad de agua disponible, que se encuentra en ríos,
lagos y otros cuerpos de agua dulce”.
Insiste en la necesidad de evaluar los posibles impactos regionales de los
cambios climáticos sobre el escurrimiento superficial y el caudal, utilizando
para ello los modelos hidrológicos adecuados “y sobre la base de escenarios
climáticos plausibles, de cambios en la precipitación, temperatura y radiación,
a objeto de precisar la sensibilidad de las características hidrológicas de una
cuenca o región”.
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